Las elecciones provinciales realizadas han mostrado un patrón común en
lo que refiere al voto al Frente de Izquierda. En la totalidad, la
comparación con los comicios de 2011, en los que se votaron los cargos
ejecutivos y legislativos provinciales, marca una sostenida tendencia
alcista. En Salta, por ejemplo, la comparación 2011-2015 arroja una
triplicación de nuestra votación, y en Mendoza una cuatriplicación. Un
crecimiento de magnitudes similares se dio en Santa Fe, Neuquén y la
Ciudad de Buenos Aires (aquí pasamos de un 0,77 a un 2,23%).
Si la comparación de los resultados obtenidos se hace en relación a las
elecciones parlamentarias de 2013 y no a las ejecutivas provinciales de
2011, el balance arroja un retroceso. Con la excepción de Santa Fe,
donde hemos avanzado, en Salta, por ejemplo, bajamos del 11 al 7,5%; en
Neuquén, del 9% a una cifra que ronda el 4%; en la Ciudad, del 4,18 al
2,23%; en Mendoza, la baja es más leve. La diferencia que arroja la
comparación entre 2011 y 2013 se explica en gran medida por la
naturaleza distinta de las elecciones que se realizaron. Mientras en
2013 se eligieron en la mayor parte de los distritos sólo cargos
parlamentarios nacionales, en 2011 y ahora se votaron cargos
provinciales. Cuando esto ocurre la dificultad de la conquista del voto
no está dada sólo por el carácter "ejecutivo" de la elección sino
también porque se votan la totalidad de los concejos deliberantes, así
como también diputados y senadores provinciales, lo que produce la
movilización de todo el sistema de punteros en cada provincia,
interesado en mantener sus posiciones en el aparato del Estado. Estos
punteros, en cambio, suelen mirar pasivamente las elecciones
parlamentarias nacionales, en las que suelen elegirse tres o cuatro
diputados.
Esta dinámica electoral no es fatal. Un ascenso obrero sostenido y una
intensificación de la lucha de clases en todos los planos podrían
producir un crecimiento electoral, sin importar las características de
cada elección. Pero ésta no es la situación actual. Por eso mismo deben
valorarse aún más los resultados obtenidos por el Frente de Izquierda y
el PO en esta ronda de elecciones provinciales. Cuando en centros
obreros fundamentales, como el Cordón Industrial de San Lorenzo o el
departamento de Orán en Salta, o la zona de Confluencia de Neuquén e
incluso Andacollo o en los municipios de Guaymallén y Las Heras de
Mendoza, se obtienen cifras electorales de dos dígitos queda claro que
el ascenso del Frente de Izquierda responde a una tendencia de fondo de
la clase obrera que busca, a través de la fusión con la izquierda,
transformarse en una clase social con intereses perfectamente
delimitados de los capitalistas y sus partidos. Este voto en la clase
obrera es el salto más significativo que registra el Frente de Izquierda
desde su fundación.
La Ciudad de Buenos Aires requiere un párrafo propio. En el distrito se
concentra quizás la militancia más significativa del Frente de
Izquierda (al menos si se la compara con la cantidad de electores), pero
la votación está por detrás de los parámetros nacionales. Esto se debe a
las características propias del distrito. No puede pasarse por alto,
por ejemplo, que buena parte de la actividad de la izquierda se
concentra en los lugares de trabajo y en las universidades, donde una
parte considerable de las personas votan en la provincia de Buenos
Aires. Este fenómeno agrava la atomización, que ya es propia del sistema
electoral burgués. También en la Ciudad de Buenos Aires se concentra el
peso del llamado ‘progresismo' o centroizquierda, que aunque en un
brutal retroceso sigue operando como bloqueo a la izquierda. En este
cuadro, la votación obtenida por el Frente de Izquierda es un hecho
político significativo.
¿Cuáles son las perspectivas de ahora en más? Dependerá del cuadro de
la crisis política, pero se pueden hacer precisiones: 1) el
adelantamiento de varias elecciones provinciales quitará la presión de
los aparatos locales al momento del voto; 2) la izquierda democratizante
y el centroizquierda llegará en condiciones calamitosas; 3) las
candidaturas de los partidos tradicionales tendrán un sesgo claramente
derechista; 4) la impresión popular sobre los resultados del Frente de
Izquierda son claramente positivos.
La explotación sistemática de estos elementos a favor será fundamental
para afrontar una elección presidencial, que por su propia naturaleza
tiende a la polarización entre las listas con mayor caudal electoral.
Las características transicionales de la situación nacional anticipan
crisis políticas y fragmentaciones de los bloques capitalistas. El
Frente de Izquierda ha logrado una base de apoyo importante para terciar
en las elecciones que se vienen.
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