Noah Mamet, el embajador norteamericano en Argentina, junto a Daniel Scioli.
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Impresa #1365
| Por Pablo Heller
A la par de las giras y apariciones mediáticas, hay una agenda poco
visible, casi oculta, que los principales candidatos presidenciales
desarrollan en la trastienda. Se trata de llamar poco la atención, pasar
casi desapercibidos, pero lo cierto es que se han multiplicado los
contactos de los principales bloques políticos en pugna, debido a la
sucesión de Cristina, con Estados Unidos. En los últimos dos meses,
estamos asistiendo a una verdadera vorágine de reuniones reservadas,
conferencias cerradas al público o mensajes cifrados a lo que se agregan
las actividades públicas.
El embajador norteamericano en Argentina, Noah Mamet, limitó su agenda
pública con el gobierno a la firma de algunos acuerdos, fotos
protocolares y actividades culturales. Sin embargo, en forma
subterránea, el enviado de Obama y la diplomacia apostada en Washington
trabajan activamente en contactos con los principales candidatos
presidenciales, legisladores y empresarios.
"Estados Unidos está preparando el terreno para el próximo gobierno
porque sabe que las relaciones con la Argentina cambiarán
sustancialmente y hay buenas posibilidades a futuro de hacer buenos
negocios aquí" (La Nación, 23/5). Se trata del comentario de un
destacado empresario de una firma norteamericana, que se reunió varias
veces con Mamet y formó parte de una comitiva de legisladores y hombres
de negocios que viajó a Washington para mantener reuniones en el
Departamento de Estado.
En esta sucesión ininterrumpida de contactos ha quedado delineada una
agenda que incluye las principales exigencias del establishment
norteamericano. En las reuniones reservadas que el embajador
norteamericano mantuvo, tanto con Scioli como con Macri, Massa,
legisladores y empresarios de todos los rubros, surgen varios temas para
recomponer las relaciones: la urgente colaboración en la lucha contra
el narcotráfico y el ‘terrorismo’, los proyectos de inversión conjunta a
futuro y el mejoramiento de los lazos comerciales, entre otras cosas".
En esta misma línea, el 15 de mayo pasado, la Cámara de Comercio de
Estados Unidos en la Argentina (Ancham), junto con el Centro de Estudios
Americanos y una delegación de 27 integrantes de ejecutivos de empresas
y dirigentes políticos viajó a Washington y mantuvieron reuniones con
diputados de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso
norteamericano. Los círculos de poder norteamericanos reclamaron
definiciones en lo que se refiere a la política cambiaria atada con el
cepo al dólar, la prohibición para que las empresas giren dividendos a
sus casas matrices y las trabas a las importaciones, a lo que se agregó
el futuro de los acuerdos "privilegiados" (así los calificaron varios),
que selló Cristina Kirchner con China y Rusia. En todos estos contactos,
donde desfilaron referentes de los principales candidatos, hubo señales
de que habrá un golpe de timón en la política económica y que se
operará un giro atendiendo estos reclamos. Macri, Scioli y Massa fueron
aún más explícitos en los encuentros que mantuvieron con la diplomacia
norteamericana en lo que respecta a un arreglo con los buitres, dejando
en claro que dicho conflicto "se resolverá ‘rápida y efectivamente' no
bien asuma el próximo gobierno. Ello despejará los fantasmas que hay con
Estados Unidos, a fin de generar una relación más fluida" (ídem).
Mientras se conmemora un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, a
la par de actos y desfiles oficiales, asistimos a un desfile -una
verdadera procesión- de los "jinetes del ajuste" por Washington,
decidiendo, en las sombras, entre bambalinas, los lineamientos
principales de su próximo gobierno y los destinos del país.
domingo, 31 de mayo de 2015
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