El
desequilibrio que acaba de estallar se ha multiplicado por la acción de
los fondos financieros, que especularon fuertemente en favor de un
aumento de los precios petroleros. El derrumbe de Petrobras. El colapso
ruso. Se abre un período de caídas de gobiernos y golpes de Estado.
Es habitual oír decir a los K que “nos afecta la crisis de afuera”; es
lo que repiten italianos, panameños y nepaleses. Cuando esta exculpa da
la vuelta al mundo, la responsabilidad de la crisis parecería venir del
espacio exterior. Es lo que ocurre ahora con la caída de los precios
internacionales del petróleo. Se finge ignorar que el capitalismo es una
trama que unifica en una red única a toda la economía mundial. La gran
onda de la crisis de las últimas décadas fue desatada por una suba de
los precios de los hidrocarburos, en 1973, cuando los Estados petroleros
árabes los cuadruplicaron en un abrir y cerrar de ojos no por la baja.
Como consecuencia de ello, Estados Unidos ingresó en una recesión
convulsiva y prolongada, y en una inflación de dos dígitos, mientras en
los países de la periferia se abría un ciclo que culminaría con las
grandes crisis de principios de los '80.
Para que un exceso de producción en relación con la demanda provoque
una crisis de proporciones grandes, es necesario que se reúnan al menos
algunas condiciones. Por ejemplo, que los productores tengan invertido
un capital considerable, y que sus deudas financieras sean altas y a
plazos cortos. La industria del gas y el petróleo no convencionales de
Estados Unidos ha quedado fuertemente expuesta a esta crisis, porque sus
deudas en bonos llamados 'basura', debido a sus altas tasas de interés,
son el 50% del total de este mercado. No es casual que Financial Times
titule “Los bancos también sufren la caída de los precios del crudo”
(ver El Cronista, 16/12). Se refiere en forma explícita al Wells Fargo y
al Barclays, y agrega que “los bancos que lideraron la captación de
fondos (para las empresas de energía) registraron pérdidas, a valor de
mercado, estimadas en un 40 por ciento”. Queda claro entonces que
estamos ante una gran manifestación de la crisis capitalista en su
conjunto, no al episodio petrolero.
Crisis financiera y política
La evolución de los precios del petróleo tampoco está regida, en un
sentido estricto, por la oferta y la demanda. El desequilibrio en este
aspecto es menor, pero se encuentra amplificado por la acción de los
fondos financieros, que han especulado fuertemente a favor de un aumento
de los precios, y ahora deben saldar pérdidas por el giro de la
situación, cuando otros fondos han comenzado a especular a la baja.
Ninguna mercancía cae 30% por ciento en un par de días, salvo cuando
ocurren accidentes climáticos o de otro tipo. El proceso financiero
explica que Turquía, un país que no exporta sino que importa petróleo,
asista a la devaluación de su moneda, lo que se explica por la
vulnerabilidad que ofrece su elevada deuda externa.
La caída de los precios no afecta solamente a las compañías petroleras y
de servicios tecnológicos, como sería el caso de la norteamericana
Conoco, la rusa Rosneft, PDVSA o Petrobras, cuyos costos de producción
quedaron por arriba de los precios. Golpean en especial al Tesoro de los
países que dependen en exceso de ella -como Nigeria, Venezuela, Brasil,
México y, por sobre todo, Rusia. Pero esta afectación es en
perspectiva, porque de acuerdo con los contratos que tienen firmados
siguen vendiendo al precio elevado anterior del crudo. Si el impacto ha
sido de todos modos enorme, ello obedece a que empalma con su
vulnerabilidad sistémica: la deuda de las corporaciones de Rusia con el
exterior es de alrededor de medio billón de dólares. Rusia ya venía
registrando una salida de capitales con anterioridad a la debacle
petrolera, debido a las sanciones internacionales por el conflicto en
Ucrania y también por un principio de recesión. Ahora esa salida es
impetuosa, y el rublo, en consecuencia, se ha desvalorizado enormemente.
Podría desatarse un colapso bancario, incluso cuando su Banco Central
tiene reservas por 350 mil millones de dólares. La causa última de todo
este desenvolvimiento es que la oligarquía capitalista rusa tiene su
casa matriz en Londres, no en Moscú; no en el desarrollo industrial de
Rusia sino en el desarrollo especulativo de la City. Esta realidad pone
al desnudo la completa orfandad del supuesto 'gobierno fuerte' de Putin,
que opera sin red de seguridad. La oligarquía capitalista rusa le exige
una capitulación ante la Otan en el tema Ucrania.
Estamos ante la perspectiva de una crisis política severa -o sea, caídas de gobiernos y golpes de Estado.
Petrobras y más
El derrumbe de Petrobras tampoco ha sido asunto de días; ha perdido el
80% de su valor bursátil a lo largo de la década. Lo que ocurre ahora
podría ser demoledor. Ocurre que Petrobras arriesgó inversiones enormes
en proyectos costosos con dinero público; su contrapartida privada, el
empresario nacional y popular Eike Batista, tiró la toalla hace más de
un año. El precio que necesita para equilibrar el balance es de 80
dólares el barril (ha caído a 55). A esto se agrega el estallido de su
esquema de corrupción, el cual vincula a la empresa con las principales
contratistas del país, que negocian a nivel mundial. Los accionistas de
Petrobras podrían reclamar que la empresa los resarza por las pérdidas
ocasionadas por la corrupción; la empresa tiene contratado un seguro
para sus funcionarios, pero no para ella misma. Un proceso judicial
internacional acabaría con la compañía; por eso, hay una enorme presión
para descabezar a toda su cúpula y proceder a una refundación sobre
bases considerablemente más privatistas. La crisis brasileña es
sencillamente enorme; y su repercusión sobre Argentina, demoledora.
La sobreproducción de petróleo y de gas obedece en la mayor parte a la
explotación de las cuencas no convencionales de Estados Unidos. Esta
'proeza' tecnológica (profundamente contaminante y sísmica) no hubiera
sido posible sin el dinero barato creado por la Reserva Federal para
hacer frente a la crisis mundial. La crisis petrolera pone un final
objetivo a este tipo de endeudamiento, del mismo modo que pone un final
al endeudamiento internacional que la crisis petrolera hace estallar por
todos lados. Los vasos comunicantes de la crisis son de una
transparencia diáfana. El impacto de la crisis en la producción no
convencional de Estados Unidos ya es muy intensa. Se prevén quiebras,
cierres y una mayor concentración de capital.
Los analistas que siguen estos hechos comparan lo que ocurre, unos con
la crisis asiática que empezó en 1997 y terminó en 2002 en Argentina
(pasando por Rusia -que casi desapareció como Estado-, Estados Unidos
-quiebra del mayor fondo financiero del mundo, LCTM- y Brasil); otros
con la que estalló en 2007/8, donde el papel de la crisis hipotecaria en
el derrumbe financiero ahora lo ocuparía el petróleo.
Todo esto por el lado de la guerra económica, pero se vislumbran
consecuencias políticas y militares: por de pronto en Ucrania-Rusia, y
en Medio Oriente, con Irán-los emiratos petroleros y la guerra en Siria e
Irak.
No hay comentarios:
Publicar un comentario