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viernes, 16 de noviembre de 2012

Las secuelas del 8N

Por Eduardo Blaustein

Identidades políticas diferentes  impiden formar un frente opositor que capitalice el malestar expresado en el cacerolazo. Mientras, el gobierno nacional afianza su perfil de gestión y mejora el diálogo con distintos sectores. El acuerdo con el PRO promueve inversión pública y el movimiento económico.

El 8N pasó y no dejó novedades que no se conocieran incluso antes de que se produjera: un número notoriamente mayor de manifestantes, el apoyo convocante de los medios opositores y la posterior exacerbación, nuevos recortes engañosos sobre las características de la protesta, las mismas dificultades de los partidos políticos para pararse ante ella o intentar capitalizarla, respuestas algo anodinas de parte del oficialismo. La foto del día 8 es similar a la del 7. Sin embargo el Gobierno debe hacer un esfuerzo importante para llevar a la realidad la consigna de la sintonía fina en toda su gestión y más aún en asuntos vinculados al reclamo de los caceroleros que articulan con demandas generalizadas en la sociedad: inseguridad, inflación, transporte público, entre otras. También sería oportuno evitar confrontaciones innecesarias, mostrarse haciendo, algo que suelen intentar la Presidenta y algunos funcionarios y referentes kirchneristas, a veces a contramano de voceros que siguen empleando discursos de excesiva dureza.

Lo que no puede ni seguramente hará el Gobierno es lo que sucedió con administraciones más débiles: dejarse atropellar por lo peor del discurso opositor, cambiar el rumbo de las grandes políticas inclusivas, las democratizadoras, las de expansión de derechos. Hay lecturas interesadas y distorsionantes del 8N según las cuales el cacerolazo fue una movilización de estatura histórica. Se ha pretendido compararlo con la marcha de la Multipartidaria a fines de la última dictadura o con el cierre de campaña de Raúl Alfonsín en el Obelisco.
Cuantitativamente esas comparaciones son falaces: los caceroleros, aun contando los distintos puntos de confluencia en Capital y el resto del país, fueron muchos pero estuvieron le­jísimos, por ejemplo, de llenar la 9 de Julio desde avenida Independencia hasta Córdoba, como sucedió con aquel acto del presdente radical. Hubo marchas mucho más importantes: las movilizaciones de Saúl Ubaldini y la marcha por los 30 años del golpe de Estado. Cualitativamente, las movilizaciones populares mencionadas antes hablaban de democracia, de trabajo, de inclusión, de demandas colectivas, de derechos humanos. El 8N reflejó más bien una agenda conservadora, con fuertes contenidos antipolíticos e individualistas y, en sus componentes más regresivos aunque minoritarios, consignas violentas y destituyentes.

Para los que hablaron del 8N como un mensaje de (toda) "la gente" o del "soberano", escuchar significaría dejar de lado el sentido de la votación de octubre pasado y cambiar drásticamente los rumbos centrales del Gobierno, lo que es sencillamente antidemocrático. No sorprende entonces que digan, especialmente desde los medios dominantes, "el Gobierno no escucha" cuando anticipan como señal negativa o prepotente que esta semana se informará la situación de los 25 grupos comunicacionales que deben adecuarse a la Ley de Medios. A la vez, que el Gobierno hable de la adecuación de 25 grupos y no de uno, es un modo prudente de reafirmar que la ley correrá para todos.

Demasiado cacique

La semana anterior se conocieron los resultados de una encuesta, una más de las que muestran la dificultad de las oposiciones para articular un proyecto político consistente con su correspondiente proyecto de gobierno. Se trata de un estudio realizado en Córdoba por Managment & Fit, netamente opositora, según la cual el gobernador José Manuel de la Sota exhibe buenos números en su provincia (52,3% de aprobación a su gestión) pero muy débiles en relación a su apuesta, enésima, de candidatearse a la presidencia (apenas el 5,1% lo percibe como un opositor relevante).

Es un solo caso entre tantos. Demasiados candidatos con un discurso débil y con baja intención de voto. Algo que a su vez debe relacionarse con los sueños de un frente opositor unido. Hasta hoy todo sigue igual en esa materia y es perfectamente legítimo y entendible que ni buena parte del radicalismo quiera aliarse con el macrismo ni que, para hablar de la ciudad de Buenos Aires, Claudio Lozano o Pino Solanas no quieran ni siquiera negociar un frente en el que figuren el radicalismo, Alfonso Prat Gay o la senadora María Eugenia Estenssoro. Es que sencillamente se trata de identidades y tradiciones distintas, que se supone propondrían políticas muy distintas en caso de que gobernaran. ( unirse por el anti algo no sirve para una mierda y sius resultados siempre han sido nefastos , se termina lo que une a dos facciones opuestas y explotan las diferencias internas quer terminan siempre en forma desastroza , igual es lamentable y tipico de la politica argentina no votar ideologias y programas sino personas y siempre votar en contra de otra persona y no por otras politicas  )

De Santa Fe al subte


El kirchnerismo sigue teniendo, en relación con ese paisaje de fragmentaciones, la ventaja de constituir hasta hoy un frente sólido y el manejo del gobierno. Pero se encuentra con dificultades importantes: la economía no termina de remontar, los recursos no son los que fueron, los cuadros financieros provinciales son mucho más dificultosos y se encuentra con la relativa novedad de una contraofensiva de los centros financieros internacionales y los fondos buitres.

Ante ese escenario de dificultades, en el que asoma también el paro convocado por la central moyanista y la CTA opositora, sigue necesitando expandir mejores interlocuciones. El acto conjunto en Santa Fe de la Presidenta con el gobernador socialista Antonio Bonfatti es un ejemplo entre muchos posibles del tipo de acciones y diálogos que el Gobierno puede y debe generar.

El anuncio de Mauricio Macri aceptando finalmente hacerse cargo de los subtes es una noticia que también parece ir en ese camino, si se toma como antecedente el paquete de leyes aprobado días atrás en un vasto acuerdo entre el PRO y el kirchnerismo, donde el oficialismo nacional apuesta a más inversión pública y movimiento económico. Macri compensó el hecho de mostrarse cediendo a la presión nacional victimizándose y echando culpas. También dijo, sin precisiones, que su gobierno no dejará de plantear sus reclamos al gobierno nacional. Que el anuncio de Macri se convierta en buena noticia para millones de usuarios del subterráneo dependerá de la capacidad de gestión y de la sensibilidad del PRO (tarifas) y del eventual acuerdo que vaya a hacer con las autoridades nacionales.

DZ/km

Eduardo Blaustein Especial para Diario Z


http://www.diarioz.com.ar/nota11589lassecuelasdel8n.html
 

2 comentarios:

Moscón dijo...

Hay un solo común denominador para los que laburamos,los boludos que se la creen y los panzones:
La guita no alcanza.
En el fondo y de manera inconciente el 8N se llevó puesto a clarín,pidieron mas efectividad al modelo(no cuento aquí el escaso porcentaje convencido anti-K),exigieron lo que hace rato se viene llevando a cabo.

Javier dijo...

En todo caso si la guita no alcanza es porque otro se la estan amarricando , yo creo que la redistribucion del ingreso hace rato se freno , hoy los salarios solo aumentan para no quedar descolocados frente a la inflacion , pero ya no hay ninguna recuperacion salarial

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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