En la reciente asunción del nuevo presidente de la UIA, Miguel Acevedo
-de Aceitera General Deheza, del poderoso polo agroindustrial sojero del
sur de Santa Fe-, la crisis industrial y, en particular el vínculo con
China, se hizo presente.
Acevedo quedó como titular luego del intento frustrado de colocar a
Funes de Rioja -de la Coordinadora de Industrias Alimenticias (Copal)-
en la dirección de la UIA que, para algunos analistas, fue impulsada
desde el propio gobierno. Copal es la cámara alimenticia que saludó los
acuerdos con China, destino creciente de sus productos -“nadie se opone a
una alianza internacional con China, que sería el acuerdo más
importante, luego del Mercosur”, planteó el mismo Funes de Rioja. Un
frente pro-chino que se extiende a sectores de la burguesía
terrateniente y agraria, que disfruta del acople que supone exportar el
80% de la soja y derivados a China, y avizora salvarse de la crisis
mundial convirtiéndose en su gran proveedor de alimentos. Un frente, a
la vez, de características continentales, porque confluye con la
burguesía agraria brasileña y los grandes pulpos volcados al negocio de
la carne. En este campo estaría Bulgheroni, asociado en PAE con la
petrolera china CNOOC, segunda petrolera en producción y concesionaria
del 45% de las reservas petroleras convencionales y del yacimiento Cerro
Dragón -el principal del país.
La nominación de Funes de Rioja llevó a una disputa con todo un ala de
la burguesía industrial, que derivó en la elección de Acevedo como un
hombre de compromiso entre la Copal y Techint, lo que llevó, a su vez, a
un desgarramiento interno. El día de asunción de la nueva conducción de
la UIA, Juan Carlos Secco, ex vicepresidente de la UIA, hizo un
discurso proteccionista y se retiró, declarándose fuera de la entidad
fabril. De Mendiguren, ex titular de la UIA, hoy con Sergio Massa, no
estuvo presente y a través de un tweet declaró: “Le han dado a China lo
que pedía”, en referencia al controvertido reconocimiento del país
asiático como “economía de mercado”. Héctor Méndez, también ex titular
de la UIA, planteó, a su turno, que “la UIA ya fue para mí”. Todos ellos
quedaron fuera de la actual conducción.
Aunque esto revela que la burguesía “nacional” dista de tener una
posición homogénea, los que se han entronizado en la UIA luego de la
crisis forman parte del arco de apoyo al gobierno, como lo explicitó su
nuevo titular. Acevedo planteó que “la economía arranca, lenta, pero sí,
arranca”, saludó la ofensiva sobre los juicios laborales y apoyó el
proyecto oficial de “blanqueo laboral” (que supone rebaja de las
contribuciones patronales). Se desmarcó de los planteos de devaluación
planteando que la salida es “competitividad” y una “inflación normal” y
adujo, en línea con el gobierno, que había que reducir la “Brasil
dependencia”. Acevedo se pronunció aparentemente de manera tajante sobre
China: “No es una economía de mercado. No hay precios similares de
productos para comparar con otros mercados. Son precios como los del
Indec de Moreno”, sin plantear, sin embargo, más que “preocupación” por
algunos acuerdos. La alusión a la imposibilidad de comparar el precio de
un producto chino con el similar de otro país puede haber sido una
respuesta elíptica a una información que señala que el gobierno de Macri
habría reconocido de hecho a China como economía de mercado. Esto es,
que los precios internos de sus productos serían considerados como
válidos para juzgar situaciones de comercio predatorio. Este criterio,
que el secretario de comercio macrista utilizó para ciertos casos, no
fue aplicado sin embargo para el acero chino, ello, por pedido de
Techint.
El nuevo vínculo con China
Este solo hecho pone al descubierto el deambular empírico del gobierno en medio de la crisis capitalista internacional y de una reactivación fuertemente cuestionada. La lluvia de inversiones no llegó nunca y el gobierno fue desde el aliento a la Alianza del Pacífico, buscando girar en la órbita norteamericana, al replanteo de la relación con China.
Sólo que en este caso, el gobierno ha ido más lejos que la propia CFK en la aceptación de un acuerdo que refuerza las características leoninas de lo pactado.
De los acuerdos firmados, ninguno aborda el modo de recuperar el equilibrio de la balanza comercial, fuertemente favorable a China. Desde 2015, las exportaciones de aceite de soja de Argentina a China vienen en caída, porque China prefiere comprar el pellet de soja y procesar el aceite allí. Los acuerdos conocidos saltean las licitaciones y establecen la importación de insumos sin aranceles. Plantearían incluso un ultimátum en torno de la construcción de las represas de Santa Cruz: se trata de la llamada cláusula defol cruzado, que condicionaría la totalidad de los convenios a la continuidad de esos emprendimientos.
De cualquier modo, al día de hoy, el gobierno no ha informado sobre la totalidad de los convenios firmados, lo que continúa el trato secreto y conspirativo de CFK.
La burguesía “nacional” transita una dura lucha por la supervivencia en medio de la crisis capitalista internacional. Por eso, a la cabeza de la UIA siguen estando los pesos pesados de la burguesía industrial(*) y gran parte de las asociaciones patronales industriales del interior (Buenos Aires, Santa Fe) se han volcado a la nueva conducción (luego de ser acólitos del gobierno “nacional y popular”). No es una cuestión menor ser parte del lobby que golpeará a las puertas del Estado y del nuevo gobierno para salvarse.
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