Los acuerdos con China han sido también una fuente de choques y divisiones internas en las filas de la burguesía.
La Unión Industrial ha salido con los tapones de punta cuestionando la
licitación directa, temerosa de quedar afuera en el reparto de las obras
y contratos públicos. Lo mismo vale para la Cámara de la Construcción.
Una franja de capitalistas -en particular el círculo de amigos del
gobierno, como Eurnekian y Electroingeniería- se han visto favorecidos
con estos arreglos. Al mismo tiempo, ha potenciado la oposición de otros
sectores, que se ven desplazados. Techint es uno de los pesos pesados
que se ha declarado en contra del proyecto, denunciando que los acuerdos
autorizan el ingreso de acero sin pagar aranceles de China, desplazando
la producción local, que dicha cooperación lidera.
Las cámaras patronales no sólo toman partido sino que, a su turno, están partidas por dentro.
La Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra), a nivel nacional,
respaldó el acuerdo con China. "Pero una de sus cámaras miembro, la
Asociación de Industriales Metalúrgicos de Mendoza (Asinmet) le mandó
una carta al gobernador de la provincia, pidiéndole ‘impedir el avance
de China sobre nuestras empresas'". Pescarmona -uno de los grandes
beneficiarios por sus vínculos con los K en el pasado-, es hoy uno de
los perjudicados con la adjudicación de las represas de Santa cruz a los
chinos y viene motorizando la acción de rechazo de industriales
mendocinos.
¿Cómo se posicionan los candidatos y fuerzas políticas?
Massa ha cerrado filas con Techint y la Unión Industrial. De
Mendiguren, uno de los dirigentes empresarios que revistan en sus filas,
es, precisamente, el firmante del comunicado de la central empresaria
que cuestiona el convenio.
Macri, a su turno, ve con buenos ojos este giro. Viene al caso señalar
que el jefe de Gobierno porteño fue uno de los adelantados en la
materia, al promover la importación de vagones y material ferroviario en
el ámbito de la Ciudad. De todos modos, no se priva de criticar al
gobierno, planteando que se trata de medidas improvisadas, dictadas por
la emergencia, y pregona una modificación integral del régimen económico
que apunte a la eliminación de las restricciones comerciales, el
levantamiento del cepo cambiario y una devaluación en regla.
La división se ha extendido a la propia burocracia sindical. "Los
acuerdos con China impulsados por el gobierno dispararon un nuevo motivo
de discordia en la CGT oficialista" (Ambito, 6/2). Gerardo Martínez, de
la Uocra, rechazó el acuerdo, lo cual no debería sorprender, ya que
actúa siempre como "chirolita" de la Cámara de la Construcción. No hay
que descartar que este giro de Martínez sea un preludio de su pase a las
huestes de la oposición. Ricardo Pignanelli (Smata) y Caló (UOM)
salieron a desautorizarlo y respaldar el convenio.
Estamos en presencia de una pelea entre capitalistas por el reparto del
botín. La estrategia K con China no difiere con la política de entrega y
sometimiento al gran capital que viene caracterizando esta larga década
K.
En lugar de oficiar de furgón de cola de una u otra ala patronal, como
hace la burocracia sindical, es necesario que los trabajadores
enarbolemos una estrategia propia e independiente: no a los pactos
semicoloniales; no a la entrega los pulpos yanquis y chinos; que la
crisis la paguen los capitalistas; por un plan de industrialización y
desarrollo de las fuerzas productivas, discutido por la clase obrera que
privilegie las necesidades sociales.
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