El movimiento obrero atravesará de inmediato desafíos enormes. De
entrada, enfrenta una combinación de carestía y recesión. Ambas cosas
estarán en el núcleo del ajuste.
La canasta básica de alimentos escaló un 25% en las últimas semanas,
pero también aumentaron los medicamentos un 15%. Ha empezado la
remarcación capitalista preventiva de la devaluación. Se cayó la mentira
electoral de que los precios ya habían “descontado” el impacto de la
devaluación futura.
Si a esto le sumamos los impuestazos en ciernes -en La Matanza el
aumento de tasa municipal llega al 50%- y los tarifazos, hay que
caracterizar que el inicio de la gestión macrista estará signado por un
traslado fenomenal de la bancarrota kirchnerista a salarios y
jubilaciones, bastante antes de las paritarias. Pero Alfonso Prat Gay
anunció un “acuerdo social” para el mes de enero. Por lo tanto, la
escalada de precios operará en la mesa del pacto social como un colchón
inflacionario previo.
Otro verso que se cae es el de la derecha “moderna”. Macri está
apelando de entrada a un pacto con la “vieja” burocracia sindical. Esa
burocracia llega dividida, pero unida en el entreguismo. Moyano y
Venegas negocian cargos en la administración de los fondos de las obras
sociales, aceptando desde el vamos el esquema menemista que permitió a
Cristina quedarse con 40 mil millones de pesos de los trabajadores Macri
nombró en Trabajo un apellido de prosapia burocrática (Triaca) y
distintas fracciones negocian posiciones menores en Trabajo para
asegurar el “modelo sindical”, o sea, perpetuar el respaldo del Estado a
una casta corrupta y desprestigiada entre los trabajadores.
El propósito, no ya de Macri sino de toda la burguesía, es controlar
las tendencias explosivas de los aumentazos y tarifazos mediante la
recesión económica, para que las suspensiones y despidos actúen como
armas de disciplinamiento social. La preocupación respecto de una
reacción obrera quedó graficada en las idas y venidas con el impuesto a
las ganancias y el medio aguinaldo, donde finalmente echaron lastre.
Intervenir
Ante este panorama, el clasismo tiene que intervenir a partir de dos
cuestiones inmediatas: el doble aguinaldo o bono de fin de año y el
respaldo a la lucha de Cresta Roja, donde se juegan 5.000 puestos de
trabajo y una racionalización empresarial que podría ser modelo de
ajuste.
El conflicto de Cresta Roja ha puesto en claro que el kirchnerismo
acompañará el ajuste en marcha, y lo propio harán los burócratas
sindicales que seguían a CFK. Es lo que evidencian Gerardo Martínez y
compañía, ya pasados al bando de la unidad promacrista del movimiento
obrero, al igual que las entregas de Caló a los despidos en Peugeot y
las siderúrgicas. Toda pretensión de “frente opositor” con el
kirchnerismo o la burocracia es criminal para el movimiento obrero. No
olvidemos que toda la burocracia -incluidos especialmente los Yasky y
los Caló-, acompañó la dilatada tregua electoral 2015, con el ajuste que
empezaron CFK y Kicillof, y Scioli y los gobernadores.
Nuestro planteo
Es necesario clarificar sobre las consecuencias de la política que está
en marcha. La salida capitalista a la quiebra que dejan los K conduce a
una política antiobrera en todos los frentes.
Tenemos que elaborar un programa y plantear una vasta deliberación en
todas las organizaciones sindicales, obreras y estudiantiles.
En primer lugar, que las paritarias se adelanten a enero en todos los
gremios para afrontar la inflación. Establecer cláusulas de indexación y
referir los mínimos a la canasta familiar, como lo hizo Aceiteros. Los
paritarios deben ser electos en asamblea, y sus mandatos resueltos del
mismo modo. La lucha contra la burocracia es parte integral de la lucha
contra el ajuste.
Toda fábrica que cierre o despida masivamente tiene que considerar en
asamblea la ocupación. Hay que plantear la prohibición de despidos y
suspensiones, repartiendo las horas de trabajo disponibles.
Los contratados, precarizados y monotributistas serán los primeros y
más vulnerables candidatos al ajuste, su pase a planta e integración al
convenio principal tiene que ser incluida en los pliegos paritarios y
las asambleas de lugares de trabajo. Especialmente en el Estado, el
primer precarizador.
Que las bases deliberen y decidan. El planteo de un congreso del
movimiento obrero, con mandato para enfrentar el ajuste, es una
perspectiva general y de método para la etapa, en especial frente a las
luchas en curso y al debate planteado entre el activismo
antiburocrático. No hay ninguna posibilidad de que la crisis se resuelva
sin un choque con las reivindicaciones de los trabajadores. Preparemos
al movimiento obrero para enfrentar el ajuste y derrotarlo.
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