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domingo, 31 de julio de 2011

Hacernos cargo de nuestras decisiones

Elegir un modelo de país




Debemos hacernos cargo de nuestras decisiones, darle al voto el legítimo valor que tiene, para no quejarnos después. Esa es la democracia real. Eso supone participar y trascender desde el voto.

Yo no lo voté” es una frase muy utilizada por algunos ciudadanos cuando los dirigentes que eligieron no responden a sus expectativas. Esta historia ya la conocemos y tiene que ver con el espíritu triunfalista de muchos. “La culpa la tiene el otro.”

El voto es una herramienta que si bien no colma la participación ciudadana, es históricamente un puntapié para protagonizar cambios o demorarlos. El modelo que transitamos lo comenzamos a construir con Néstor, con sólo el 22% de los votos. Con ese piso, todo indicaba que en el país la voluntad ciudadana estaba totalmente dispersa. Y los votos, exiguos por cierto, indicaban el avance de algunos sectores en el desmérito con que presentaban la política. A ese estado nos habían conducido algunos que ahora se reinventan una y otra vez. Pero no basta con conocer la historia contemporánea. Tampoco haberla vivido o sufrido. Los cambios los producen los pueblos cuando se hacen cargo. Cuando son conscientes de la necesidad de las transformaciones. Y cuando son interpretados por los líderes que surgen de las entrañas populares.

En 2003 no sólo hubo que remontar la crisis social y económica del país, sino también la política. Hoy están en discusión sólo dos modelos de país

Néstor señalaba que “trabajadores, docentes, clase media, investigadores, tienen que tener clara conciencia de defender lo logrado. No podemos volver a la restauración conservadora”, y añadía que “acá hay dos modelos que están en juego, ellos quieren privatizar, vender el país, y nosotros profundizar el modelo de redistribución e inclusión social”.

No es de ahora. En 1810 dos modelos del país futuro confrontaron, incluso en medio de intrigas, traiciones y entrega a los imperios líderes. De allí en más, siempre hubo un modelo para pocos y otro nacional y popular. ¡Años después, la Generación del 80 representó al primero y diseño un modelo cuya matriz todavía perdura con algunos de sus rasgos! En 1946, la Unión Democrática, manejada desde las entretelas por el embajador norteamericano, Spruille Braden, se oponía al proyecto de Justicia Social de Juan Perón, con otro, el de la democracia formal, el del patronal Manifiesto del Comercio y la Industria. En esas líneas, más de 300 organizaciones, entre ellas la Bolsa de Comercio, la Cámara Argentina de Comercio, la Sociedad Rural y Confederaciones Rurales Argentinas cuestionaban lo que calificaban como una desmedida política laboral. Era el resabio antipopular con ropaje democrático de 1930, que se repetiría en 1955 y en 1976.

Todavía hoy, hay sectores que reivindican el Primer Centenario de Mayo, cuando existía miseria y exclusión en las mayorías populares. El otro modelo impulsó la industrialización del país, el crecimiento del campo y sobre todo el trabajo para todos aquellos que hasta ese momento no eran protagonistas de la historia. Entonces como ahora, se confrontan el modelo “neoliberal”, frente al de “transformación”. Aquí nadie se salva solo. El individualismo del “no te metás” ya lo conocemos, es abonado por algunos medios de comunicación que a través de sus “hipócritas dóciles plumas” quieren ilegitimar a la política .

Somos un pueblo con capacidad de análisis; nuestra historia, especialmente la de las últimas décadas, nos ha enseñado qué debemos defender. Por eso debemos hacernos cargo de nuestras decisiones, darle al voto el legítimo valor que tiene, para no quejarnos después. Esa es la democracia real. Eso supone participar y trascender desde el voto. Tenemos que dejar de ser sujetos pasivos, de la democracia formal, y convertirnos en constructores del modelo de país que asumimos con nuestro voto. La política es el instrumento que tenemos para definir el modelo de pueblo, provincia o país. Los ciudadanos adultos, los jóvenes, los trabajadores, los empresarios nacionales, los comerciantes, los científicos, etc., son los que tomamos estas decisiones. Entonces pongamos en nuestro voto el valor agregado que este debe tener, pero no clausuremos la democracia sólo con ese acto.

Cada argentino debe participar, hacerse cargo desde el rol social que desempeña. Es que la política de un país nos incumbe a todos. Nuestras decisiones son parte de nuestra voluntad soberana, y es lo que nos distingue como ciudadanos, y en tal análisis, sin duda, debemos diferenciar una “campaña sucia” con una “campaña política”. Porque esa soberanía individual se construye con análisis y participación, es la base del poder popular capaz de las mayores transformaciones humanas, sean particulares o colectivas.

Este año, donde existen tantas definiciones electorales a lo largo y ancho del país, asumamos nuestro voto como muestra de mayoría de edad. Nuestra joven democracia se lo merece, pero al hacerlo pensemos en nuestra familia, en la familia argentina y en la patria.Busquemos que los candidatos que elijamos tengan firmes convicciones, que estén al servicio del país, y que no resulten empleados o gerentes de intereses concentrados. ¡Esa historia ya la vivimos y trajo el corralito, la desintegración, el desempleo, la pobreza, el default,y la monstruosa deuda externa e interna! Los que sólo participan defendiendo los intereses de unos pocos, ponen en juego grandes capitales y toman a la política casi como “un juego”. No es extraño entonces el popular dicho: “¿Con quien jugás?” ¡Visualizan a la política en ese escenario! No les importa el país.

La política no es un juego, y menos individual. Es la estrategia colectiva que hace crecer o detener a un país, y en la Argentina todavía nos falta. Por eso es bueno tener en cuenta las expresiones de Cristina Fernández cuando nos dice: “Y también” sería bueno comprender que “sobre todo aquellos que han tenido más suerte, que la vida no ha sido igual para todos, que si ha sido bueno para ellos piensen un poquito en los que todavía les falta trabajo, seguridad, educación, una casa; para seguir construyendo entre todos ese gran país que nos merecemos.”

El problema es que la mayor parte de los argentinos aún no se hacen cargo de lo que votan y después todavía se enojan cuando uno siente asco con algunos resultados

Obvio que hoy nos hacemos cargo de nuestras decisiones y lamentamos por adelantado la batalla cultural que debemos dar desde mañana mismo para ganar el 14 de agosto ty el 23 de octubre en la nacion pero en 2013 debemos ganar la mayoría en la legislatura de la ciudad de Buenos Aires

Fuente : Tiempo Argentino



1 comentario:

Candidatos alcaldia Manizales dijo...

Excelente post, definitivamente hace falta un reconocimiento a consciencia de aquellos que elegimos para que "cuiden nuestros intereses" y para que luego no estemos peleando por lo que nosotros mismo decidimos elegir.

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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