Cristina volvió a batir el parche en su discurso frente al Congreso,
sobre el desendeudamiento: la relación de la deuda argentina en relación
con el PBI, volvió a decir, es una de las más bajas del mundo. Sin
embargo, si fuera así, no se explica por qué el país sigue pagando tasas
usurarias del 9 ó 10 por ciento.
La deuda oficial -que a mediados de 2005 era de unos 125.000 millones
de dólares, luego del primer canje (1)- pasó a fines de de 2014 a casi
200.000 millones. Esto, a pesar de que la Argentina pagó, durante los
mandatos K, 174.000 millones de dólares.
Confiscación
El desendeudamiento con los acreedores privados tiene como
contrapartida el endeudamiento cada vez mayor del Estado. El 60% de las
obligaciones del gobierno central son ahora "intra-Estado".
La Anses tiene el 62% de la plata de los jubilados metida en títulos
públicos, el Banco Central (BCRA) ha sido vaciado porque las reservas
internacionales se usaron para el pago de deuda externa (más de 30.000
millones de dólares) y para la salida masiva de capitales. El Banco
Nación (BNA) tiene la mitad de su cartera de créditos prestada al
Estado.
Todas estas obligaciones oficiales no tienen capacidad de repago. Que el gobierno descalifique la importancia de la deuda pública interna es
la confesión de que no piensa pagarla.
¿A cuánto asciende la deuda no registrada
No está consignada la deuda necesaria para cubrir un arreglo con los
holdouts, que hoy acumula oficialmente más de 11.700 millones de dólares
pero, ciertamente, conllevará importes mucho mayores por intereses
acumulados.
Asimismo, habría que sumarle la deuda necesaria para cubrir el pago de
los laudos y los reclamos presentados ante el Ciadi, que sumarían hoy
unos 24 casos y cuyo importe conjunto -se estima- puede estar entre los 8
y los 10.000 millones de dólares.
Por otra parte, la deuda consolidada de provincias asciende a unos
30.000 millones de dólares. En el cómputo habría que agregar deudas
contingentes y no registradas, como las acumuladas con proveedores o por
juicios de jubilados.
Ni hablar de los pagos por los cupones PBI, que calculan desde 2004
como año base. Los importes son acumulativos hasta llegar a los 30.000
millones de dólares, de los que ya se habría pagado la mitad y quedaría
pendiente otro tanto.
No nos podemos olvidar de la deuda cuasi-fiscal, fuertemente creciente,
del BCRA: las deudas por Lebac/Nobac suman el equivalente a 34.000
millones de dólares. Y supera ya el nivel de las reservas. Sólo en este
rubro, medido al cambio oficial, casi 10.000 millones de dólares
corresponden a intereses.
En el cómputo no está incluida la deuda pública indirecta
-correspondiente a empresas del Estado, organismos nacionales y fondos
fiduciarios- que constituye una verdadera "caja negra". Solamente YPF
heredó un pasivo de la administración Eskenazi-Repsol de 9.000 millones
de dólares. De conjunto, dicha deuda se estima no inferior a los 20.000
millones.
Conclusión
El país atraviesa una crisis severa de la deuda. A la hora de hacer
comparaciones, los K toman como referencia el año 2001, el punto más
alto de la crisis de la deuda. Si tomamos otros puntos de comparación,
la relación deuda/PBI bajo la década K es superior, incluso, que durante
los '90. El PBI, por otra parte, está medido a la paridad oficial.
Bastaría cualquier devaluación, que es lo que tienen en la gatera los
principales candidatos, para que rápidamente quede claro que de lo que
se jactan los K no es más que un espejismo.
La oposición pasó por alto este punto porque su hoja de ruta consiste,
precisamente, en un reendeudamiento del país, unido al levantamiento del
cepo, la devaluación y un ajuste en regla.
Entre tanto, el falso desendeudamiento se paga con fondos de los
jubilados, con la carestía, el atraso salarial y el impuesto al salario.
(1). El propio canje fue un fraude porque, a cambio de la vieja deuda
absolutamente depreciada, sus poseedores -fondos buitres, en primer
lugar- obtuvieron nuevos títulos con los cuales pudieron obtener
rendimientos siderales para cualquier lugar del mundo, a lo cual se
agregó el premio de los cupones PBI. Es decir, que el propio canje,
lejos de un achique, representó un factor de revaluación de la deuda.
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