SWISSLEAKS
Edición Impresa #1352 | Por Pablo Heller
Las revelaciones hechas por uno de los empleados del HSBC, Hervé
Falciani, de los nombres y cuentas de 106.000 personas en unos 200
países, ha empezado a provocar un terremoto político. La información que
ha tomado estado público corresponde a un movimiento en los años 2006 y
2007 y estaría originada en un abanico amplio de actividades ilegales,
desde evasión fiscal, pasando por el lavado de dinero hasta el
narcotráfico y el negocio armamentista. Con motivo de la burbuja
financiera previa a la crisis de 2007, se desató una competencia entre
los bancos por captar las fortunas originadas en este espiral
especulativo, ofreciéndoles una gama de mecanismos ilegales para
transferir sus ahorros y no pagar impuestos.
El HSBC no es un caso aislado. En Estados Unidos están nuevamente
investigando al UBS, el mayor banco suizo, por evasión fiscal. Habría
facilitado la transferencia de fondos de millonarios norteamericanos a
cuentas secretas en el país helvético. Dicha entidad fue denunciada por
prácticas similares, seis años atrás y tuvo que pagar 780 millones de
dólares. A su turno, el HSBC pagó 1.200 millones de dólares en 2012 por
haber contribuido a lavar dinero desde sus sucursales de México en
conexión con el de las islas Caimán. Otro caso, en la misma época, le
costó 665 millones de dólares por violar sanciones a Irán y otros
países.
Pero esto es, apenas, la punta del iceberg. El HSBC tiene el centro de
sus operaciones en la city londinense y es allí, donde el escándalo ha
adquirido mayor voltaje político. El actual primer ministro y líder del
partido conservador, David Cameron, nombró ministro de Comercio a
Stephen Green, CEO y presidente del HSBC durante los años en que se
cometieron las irregularidades. Dicho nombramiento fue efectivizado a
pesar de que Cameron ya tenía en su poder las denuncias de Falciani. El
ex jefe del HSBC estuvo al frente de la cartera hasta diciembre de 2013,
cuando ya el escándalo por las revelaciones había tenido una enorme
onda expansiva. Este hecho va de la mano de la pasividad oficial en las
investigaciones. De los mil británicos que figuraban en las listas
nombradas, sólo uno fue perseguido.
Este caso retrata el entrelazamiento íntimo que hay entre el régimen
político, sus gobiernos y partidos, por un lado, y los bancos y
corporaciones capitalistas, por el otro El sistema bancario y
capitalista funciona como una verdadera organización delictiva bajo la
protección política de los estados. Falciani declaró que "los paraísos
fiscales viven de otros países , son como piratas" (La Nación, 17/2).
Pero habría que agregar que estos "piratas" actúan al servicio de la
corona, es decir del gran capital y de las grandes empresas, que tienen
su principal base de operaciones en las grandes metrópolis
imperialistas. Los paraísos fiscales son funcionales a esos intereses y
actúan con impunidad y extienden, cada vez más, su operatoria. Basta
tener en cuenta que "el actual presidente de la Comisión Europea, Jean
Claude Juncker, fue uno de los mayores impulsores de la evasión fiscal
cuando era primer ministro de Luxemburgo, al ayudar a multinacionales a
radicarse en su país para evitar el pago de miles de millones de dólares
al fisco del resto del mundo" (El Cronista, 16/2).
La condena a los paraísos fiscales y del movimiento ilegal de fondos
que se vienen repitiendo en los foros internacionales no es más que una
impostura. El zorro, obviamente, no va a cuidar el gallinero. Esto es lo
que explica que, si bien las revelaciones de Falciani han dado lugar a
acciones legales, hasta ahora, "el banco HSBC permaneció prácticamente
inmune" (Página/12, 19/2). La Argentina no es una excepción. Suiza, el
principal refugio de plata negra, con la tolerancia y complicidad de las
grandes potencias, sigue preservando a rajatabla el secreto bancario y
un verdadero blindaje al moviendo ilegal de fondos. En el país
helvético, la evasión es una falta administativa y no un delito penal.
En cambio, violar el secreto bancario, si lo es. Están invertidos los
tantos y es lo que explica que Falciani viene siendo procesado y
perseguido por la Justicia suiza y no ocurre lo mismo con los
denunciados por él. Recién ahora, tardíamente, como resultado la onda
expansiva del escándalo, que despertó indignación en la propia
población, la fiscalía suiza se ha dignado a iniciar una investigación a
la sucursal ginebrina del HSBC.
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