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domingo, 1 de agosto de 2010

Biolcati, el rebenque y la foto de las vacas mansas

Por Eduardo Blaustein
Los 12 apóstoles ( del apocalipsis) : Joaquín Morales Solá, Oscar Aguad, Elisa Carrió, Felipe Solá, Federico Pinedo, Patricia Bullrich, Adolfo Rodríguez Saá, Josefina Meabe, Daniel Sabsay, Ricardo Buryaile, Margarita Stolbizer y Alfredo Olmedo.

Dos años después de la 125, legisladores de la oposición volvieron a la rural sin acuerdo, sin propuesta, pero rendidos ante el presidente de la entidad. ¿Política o corporaciones?

Era tan esforzada la foto, tan excepcional en su formato, que salió publicada en los diarios de un modo rarísimo. Porque para que cupieran todos –desde Morales Solá en una punta al diputado Alfredo Olmedo, cien mil hectáreas de soja y tres aviones, en la otra– debieron alargar la mesa como si se tratara del efecto de un dibujo animado. La foto quedó extrachata, como las pantallas de LCD. Y para que la lente pudiera abarcarlas, todas las cabecitas en la Rural quedaron como lejanas y ridículas, con un aire de La última cena. Los retratados como apóstoles, convocados por Hugo Biolcati, obtuvieron la extrachata, vaticinaron un eventual Apocalipsis legislativo por la docta verba de Daniel Sabsay y sin embargo no pudieron ponerse de acuerdo en aquello que hacía a lo más elemental de la convocatoria: qué hacer con las retenciones.

No es la primera vez que ese sector opositor genera secuencias de vieja película muda. Blanco y negro, cámara rápida, apuros de ragtime, y los opositores corriendo de un lado al otro: del grito “¡¡¡Quieren vaciar las reservas!!!” a desfondar al Estado, de allí al 82 por ciento móvil y, de regreso en el tiempo, al 2008, a la Rural, para correr al Gobierno ni por izquierda, ni por derecha, ni por centro, sino todo lo contrario.

De película muda son también las escenas de tortazos previas y posteriores a la foto. Revelaciones Carrió, que después del Maradona descripto por Julio Grondona es la segunda persona del país que puede hacer lo que quiera, se pelea con Eduardo Buzzi. Y éste, que se mostró halagado ante la posibilidad de ser el candidato de Duhalde para gobernar Santa Fe, ahora nos sorprende con esta frase en A dos voces: “Sólo admiro a Pino Solanas”. Duhalde sostiene a Macri en cuatro comunicados al hilo y de pronto descubre que “el justicialismo nunca ha llevado candidatos que no sean justicialistas”. Carrió, de nuevo se pone a la derecha de dos de los agrodiputados que ella misma llevó al Congreso: Pablo Orsolini y Ulises Forte.

Orsolini dice que una baja de diez puntos en las retenciones a la soja implicaría 8.200 millones de pesos de desfinanciamiento para el Estado, 6.000 millones para los grandes productores. Carrió replica con esta explicación: cuando hay segmentación, el Estado kirchnerista no les devuelve la plata a los pequeños y medianos productores. Típico razonamiento de la oposición: siendo que el Estado kirchnerista es por esencia corrupto o ineficaz, no hay modo. ¿Pero no se proponen ser gobierno algún día? ¿No están en el Congreso para transformar las cosas? ¿Legislan para qué futuro?

En algún lado de la foto está Sabsay, alguna vez cercano a la Coalición Cívica, hoy quién sabe. Sabsay dice en la mesa de discusión ruralista que cuando venzan las facultades delegadas del Ejecutivo volarán por los aires centenares de leyes. Nadie le cree. Pero Adolfo Rodríguez Saá levanta la apuesta: “Si la correcta interpretación constitucional significa que se quedan sin normas, el problema no es nuestro, la responsabilidad la tiene el Gobierno”. Le falta la carcajada maligna del villano de caricatura (“Mbuajajá, destruiré al mundo”). Pero a no sorprenderse, en aquella afiebrada semana presidencial suya, El Adolfo amenazó con revisar 200 años completos de historia legislativa argentina.

Como vacas.

Contados desde el voto no positivo de Julio Cobos en 2008, los legisladores tuvieron 24 meses para proponer una alternativa a lo que en su momento fue la 125. Dos años y vuelven como vacas a la Rural y tampoco, no lo consiguen. Ulises Forte musita que “el único consenso que hay es que debe haber consenso”. La frase simplificada iría por el lado de “No sabemos qué consensuar”. Margarita Stolbizer, de lo más dialogante que hay en la oposición, les pide a las entidades rurales que se pongan de acuerdo para agilizar la propuesta opositora (“y no nos vengan a pedir cosas cada uno por separado”). Lo que suena a crítica a los ruralistas podría interpretarse a la inversa: ¿quién manda? ¿La política o las corporaciones? ¿Alguien recuerda en el radicalismo que el sujeto “corporaciones” era un clásico de aquello de lo que el alfonsinismo abominaba?

Responde Gerardo Morales: “Hay que hacer un gran esfuerzo, como el que se hizo con la Resolución 125, y para eso va a ser fundamental el trabajo de las entidades rurales”.
Falta que Biolcati se vista con tacos altos y cueros negros y los atice con el látigo (el rebenque daría más campero). Van para la foto, se la sacan, bajan del estrado, no acuerdan. Salvo en la versión de Joaquín Morales Solá, en su rol de moderador, vocero y embajador plenipotenciario del diario de “la gente del campo”. Al día siguiente es la propia enviada de La Nación la que lo contradice en la cabeza de su crónica: “Todavía no hay consenso sobre si debería haber una diferenciación para favorecer a los pequeños productores”.
Pero guarda al “hecho político”: la foto está. Ése es el terreno en el que trabaja todavía Felipe Noguera. Noguera es el consultor que asesoró en campañas de la derecha centroamericana, además de con Cavallo, Menem, Sobisch, Chiche Duhalde, López Murphy y De Narváez. Desde hace varios años también asesora al (de rodillas, chasquea el rebenque) “campo”. Todavía hoy, recorriendo páginas ruralistas, se comprueban sus visitas a ciudades de enclaves sojeros, persistente caminador del país cual caudillo conservador de los años ’30.

En alguna de sus clases para la escuela de cuadros de la Sociedad Rural dijo alguna vez Noguera: “Si la gente cree que va a llover, va a salir con paraguas e impermeable, aunque no llueva”. A esa misma escuela de cuadros contribuyó Vicente Massot, el ex director de La Nueva Provincia y de la revista Cabildo. Noguera tiene parte del mérito de aquella exitosa operación lingüística del 2008 según la cual soja, patria y sacrificio gaucho constituían un ideal virtuoso, nuestro único y excluyente todo. Dos años después la foto pinta más patética, pero el esfuerzo político y comunicacional persiste, en el marco de un sistema en el que parecen mandar los Biolcati y los Noguera y no los pequeños productores del norte santafesino.

Media partners.

Así pintó, como parte del sistema opositor, el Congreso que hizo Confederaciones Rurales Argentinas en junio pasado. Lema del congreso: “La Argentina indispensable”. Quinientos pesos la inscripción, a pagar con cheque, depósito o transferencia. Casi 500 por las reservas de suites en hoteles como el Sasso o el Hermitage.
El coordinador general fue Santiago Kovadlof. Participó también parte del elenco estable de los que eternamente aparecen en los medios independientes como fuentes de sabiduría aún más independiente: Félix Lon, Gregorio Badeni, Daniel Sabsay. Junto a esos voceros de la serenidad argentina, estuvo también el suavísimo José Luis Espert, último stopper del ultraneoliberalismo. Titilan todavía en la página web del congreso de la CRA los auspicios de la cámara de la industria aceitera, así como de La Nación y Clarín, impulsores del congreso en calidad de media partners. Radio Mitre no, el logo de Radio Mitre en el congreso es apenas el de un media sponsor.
Son apenas indicios de los nombres y auspicios de un sistema de domesticación, mientras suenan ejemplarizantes los chasquidos del rebenque de Biolcati. “Neike, neike –decía la vieja canción–, el grito del capanga va resonando.” Si hoy aparecen tan vencidos, qué sería del día en que los opositores entraran a la Rosada.

Fuente: Miradas al sur politica@miradasalsur.com

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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