2 de junio de 2016
| Por Emilio Devoto
El diario Tiempo Argentino
(29/05/2016), revela elementos para entender los hilos de una trama
política siniestra. El obispo jubilado Jorge Casaretto, hombre de
confianza de Francisco, encabeza una “comisión especial” destinada a
lograr una “morigeración de penas” para los militares condenados por los
crímenes de la dictadura. Casaretto, en su libro “Nuestro país, nuestra
iglesia, nuestro tiempo”, desarrolla la idea de la “reconciliación a
través de la verdad”. En una conferencia que dio el año pasado en la
Universidad Católica sostuvo: “Cuanta más justicia aplicamos, menos
verdad recuperamos y cuanta más verdad queremos recuperar más suave
tiene que ser la justicia aplicada. Tanta justicia va en contraposición a
la verdad”.
Según esta teoría, debería pedírsele a los torturadores
“arrepentidos” que digan dónde están o cuándo fueron muertos los
asesinados, así como el paradero de alguno de los bebés robados a su
madre.
Lo que Casaretto pretende soslayar es que la propia iglesia posee
datos suficientes sobre esto. La Conferencia Episcopal se vio obligada a
reconocerlo, luego que el dictador Videla, antes de morir, destacase el
apoyo de la curia hacia su gobierno, al punto que admitió: “se le
brindaba información para que le dijesen a los familiares que sus hijos
estaban muertos”.
Esta trama eclesial también está en el gobierno de Macri. Hace
dos semanas trascendió una reunión del ministro de Justicia, Garavano,
con la vocera de los militares presos, Cecilia Pando. Días después de
ese encuentro, se conoció un fallo condenando a la revista Barcelona por
“difamar a Pando”. Pero la reunión, es evidente, no alcanzó solo este
aspecto reivindicativo; también trató la situación de los condenados por
los crímenes dictatoriales.
Hace ya unos años que se viene impulsando esta política de
“reconciliación”. Graciela Fernández Meijide y algunos ex foquistas, han
participado en reuniones con ex torturadores reconociendo culpas
recíprocas. Según este enfoque fue un “combate honorable”. Se pretende
así embellecer que la absoluta mayoría de los secuestrados fueron
asesinados a sangre fría en cuarteles o arrojados al mar, y las madres
asesinadas luego de robarles sus bebés. No hubo combate alguno.
La figura del “arrepentido” que Macri promueve cobra nueva
dimensión a la luz de estos hechos. No solo se la quiere utilizar para
maniobras políticas coyunturales. Lo que se pretende es imponer en la
sociedad la idea de que alguien puede ser perdonado a cambio de
información.
El interés de Francisco y Macri revela que más allá de sus
supuestos antagonismos, se coincide en una política de Estado. Ya
Cristina designó a Milani – acusado de crímenes dictatoriales – como
jefe del ejército y a Berni, un médico castrense, como su responsable de
Seguridad. Fue entonces cuando se impulsó desde el gobierno la famosa
foto de Hebe con Milani, como base de la “Nueva Argentina”.
Se está tratando de reeditar la foto de Milani en escala más
amplia, por otros medios. Información sobre el paradero a cambio de
perdón de penas.
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