El parlamento se transformó en un campo de maniobras del conjunto de la
burguesía a partir de la “parlamentarización” de las reivindicaciones
obreras por parte de la burocracia sindical que eludió, por esta vía, la
convocatoria de un paro nacional y un plan de lucha contra el conjunto
del ajuste.
Primero llegó la maniobra del Senado, con el PJ a la cabeza, recortando
la ley a seis meses, luego las maniobras dilatorias de citación a la
burguesía y a la burocracia sindical a “exponer” en las comisiones de
Diputados, luego la precipitada convocatoria de Macri a las cámaras
empresarias para respaldar el veto.
En un mes y medio se agotó la experiencia, con un saldo negativo para
los trabajadores: salga el proyecto del Senado o salga bastardeado con
los subsidios a las patronales, irá al veto de Macri de toda la ley o de
los artículos que prohíben el despido y aún de la opción de la doble
indemnización por parte del trabajador.
Para la representación obrera y socialista se trató de un laboratorio
político. Primero marcamos ante las cinco centrales obreras, el 30 de
marzo, que el “parlamento está dominado por los lobbies capitalistas que
actuarán contra cualquier prohibición de despidos y los demás proyectos
obreros, y si no, vendrá el veto de Macri”.
El proceso político desenmascaró a cada fuerza política de la
burguesía, y hasta desnudó el seguidismo de izquierda. El Frente para la
Victoria fue el autor de la gran maniobra del Senado; el Frente
Renovador se mostró como el árbitro funcional al macrismo prostituyendo
la ley con subsidios a las patronales que promueven el despido en lugar
de prohibirlo. Macri tuvo que jugar a fondo la amenaza de veto,
rompiendo virtualmente las precarias coaliciones que tejió para la
aprobación del pacto buitre. Por su parte, la burocracia sindical tuvo
que movilizar limitadamente el 29, se rompió (Barrionuevo, Pignanelli,
Venegas y Viviani no fueron) y se quedó con las manos vacías.
Los grandes perdedores de este minué son los trabajadores. Al otro día
del compromiso trucho firmado en la Rosada despedían 23 compañeros en
Massalin, algo que Triaca, como tantas cosas, no pudo respondernos en el
debate mano a mano. A esa hora se movilizaban los compañeros del
Sitraic contra los 70 mil despidos en la construcción y nosotros éramos
aplaudidos por los trabajadores del Ministerio de Trabajo que
denunciaron, a través nuestro, el despido de 280 trabajadores.
La segunda sesión para tratar una ley (la única que hubo fue por el
pacto buitre) en Diputados, convocada por la oposición fracasó, lo que marca
la temprana crisis de los acuerdos políticos “ley por ley".
El Partido Obrero, en el curso de este intenso debate y crisis política
actuó mediante el recurso parlamentario de un proyecto propio,
transformado en dictamen de minoría, que lanzamos en diciembre en los
albores del ajuste de Macri y los gobernadores, y que constituye un
programa integral de lucha de la clase obrera, fundado en el principio
del reparto de horas de trabajo sin afectar el salario para que la
crisis la pague el capital. Llegamos hasta el final del debate sin
apoyar nunca los proyectos oficiales, que pueden constituir un obstáculo
a los despidos y a la política estratégica de baja de costos laborales
para recomponer la tasa de beneficio de la burguesía, pero que no tienen
alcance alguno como programa de conjunto para que la crisis la paguen
los capitalistas.
Cada intervención parlamentaria ha remarcado la necesidad de la acción
directa y ha fijado nuestra posición como contribución al debate de los
sectores en conflicto, de los paros nacionales de gremios, de las
huelgas en los lugares de trabajo. En este cuadro tenemos que
reflexionar el contenido que tendría un paro nacional. Puede resultar
disparado como repudio al veto de Macri, en caso de producirse. Se trata
de una perspectiva de crisis, pero encuadrada en el operativo de
contención de una burocracia sindical que acuerda con el lineamiento de
fondo de “sincerar la economía”.
Nuestra perspectiva es antagónica al paro de descompresión. Lo nuestro
es la reacción huelguística en los lugares de trabajo y provincias y el
paro nacional como comienzo de un plan de lucha para que millones de
trabajadores movilizados quebremos el ajuste e impongamos un giro
copernicano en la situación política.
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