Edición
Impresa #1371
| Por Jorge Altamira
La bancarrota económica de Puerto Rico sigue su curso implacable.
Después de una década de recesión, el estado se enfrenta a una deuda
impagable de 73 mil millones de dólares. La ex directora del FMI, Anne
Krueger, ahora a cargo de las negociaciones con los acreedores de parte
del gobierno, ha dicho lo obvio: "no existe alternativa a una quita de
la deuda" (Financial Times, 1°/7). Ocurre, sin embargo, que además de la
resistencia de los bancos y fondos de pensiones a conceder este
recorte, Puerto Rico no tiene derecho, debido a que no es un estado con
plenitud de derechos, a acogerse a la ley de quiebras de Estados Unidos,
así como tampoco a un socorro financiero del gobierno federal. De
acuerdo a un analista internacional (ídem, 27/6), aunque los depósitos
bancarios cuentan con un seguro del estado federal, los bancos
acreedores no podrán evitar el defol y deberán ser intervenidos por el
gobierno norteamericano. Otros observadores advierten que la bancarrota
portorriqueña afectará los costos de las deudas municipales en Estados
Unidos, que se elevan a 3,2 billones de dólares.
Este impasse no ha impedido la implementación de un programa de ajuste.
Hace una semana entró en vigencia el aumento del impuesto a las ventas
-de 7 al 11,5% (New York Times, 3/7). Las próximas medidas son una
reducción del período de vacaciones de los empleados públicos, de las
horas extras y del pago de las licencias por enfermedad, e incluso una
disminución del servicio público de transporte. El 35% de la población
de Puerto Rico sobrevive con los bonos de alimentación ("foodstamps").
Para el New York Times "se avizora una crisis del sistema de salud". La
emigración de la isla no cesa de crecer. "Desesperación y bronca" es el
título de la crónica del principal diario de Estados Unidos.
Un editorial del Financial Times asegura que "la salida es clara",
cuando se trata exactamente de lo contrario. Es que propone que la isla
pueda acogerse a una ley de quiebras como ocurrió con el rescate de la
fallida ciudad de Detroit. En ese caso, sin embargo, se convertiría a la
deuda impagable en una deuda perpetua, al limitarse a alargar los
plazos de pago a tasas de interés elevadas. Es una forma de asegurar el
negocio bancario, a cambio de una colosal reducción de las condiciones
laborales y de vida de la población. El ajuste no incorpora el cese del
monopolio que gozan las compañías de navegación norteamericana sobre el
comercio exterior de Puerto Rico, que para la totalidad de los
comentaristas implica costos elevados que ahogan la economía de la isla.
La bancarrota de Puerto Rico pone en evidencia que la principal
economía del mundo está sentada sobre un volcán.
lunes, 13 de julio de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario