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martes, 8 de octubre de 2013

De regreso a octubre

Por Marea Popular

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Por un extraño capricho del destino, el mes de octubre reúne algunos de los más significativos acontecimientos de la historia del movimiento revolucionario y popular. En primer lugar, hace ya 96 años, en la lejana Rusia abatida por la guerra y desequilibrada por la modernización capitalista del viejo imperio feudal, un partido obrero tomaba el cielo por asalto por primera vez en la historia moderna. A partir de su acción, los bolcheviques lograron hacer posible lo que parecía imposible, abrieron una larga etapa donde el socialismo fue una alternativa concreta. El impacto de la Revolución Rusa fue fenomenal, y continuó sintiéndose mucho después de apagada la vitalidad revolucionaria de millones de obreros y campesinos soviéticos, y a pesar de los momentos oscuros donde el sueño se asemejó a una verdadera pesadilla. Más allá del complejo balance de esa experiencia fundacional, y de la necesidad de una renovación de las perspectivas socialistas en un mundo cualitativamente distinto, aquel octubre sigue siendo un momento clave para todos los que militamos por un cambio radical.

En segundo lugar, un poco más cerca nuestro en el tiempo y en el espacio, está el recuerdo del 17 de octubre de 1945. Imposible definirlo mejor que como “El subsuelo de la patria sublevado”, el momento por excelencia en el que la nación argentina plebeya rompe de manera irreverente con el rol de sumisión en el que la había ubicado la oligarquía. Fue el inicio de la irrupción de la clase trabajadora industrial en el centro de la escena política, de la que sólo pudo ser corrida completamente por el terrorismo de Estado a partir de 1976, tras un largo y agitado ciclo político-económico que duró por lo menos 30 años, en el que como nunca antes en nuestra historia, durante un breve lapso logró ponerse en cuestión la hegemonía de la clase dominante. Desde la izquierda, la reivindicación de esta fecha fundacional de la simbología nacional y popular, es una premisa indispensable para intentar una confluencia real entre las tradiciones existentes en nuestro pueblo, sin la cual creemos ingenuo e imposible cualquier intento revolucionario.

Y en tercer lugar, en un fatídico octubre hace 46 años, el imperialismo yanqui asesinaba al Che Guevara, en su última y fallida apuesta a todo o nada en Bolivia. ¿Cómo ser de izquierda en América Latina y no retomar la figura del Che? Hasta la Revolución Cubana, la izquierda de Nuestra América no había logrado hacer carne de la entrega y el ideal, ni mito del socialismo. El Che nos sacó de un empujón de la inercia y la solemnidad del reformismo, de las justificaciones teóricas de la revolución por etapas y del “atraso” de las condiciones objetivas, del divorcio entre la lucha por la soberanía nacional y el planteo de las transformaciones socialistas, de la escisión entre el discurso rojo y la práctica y la ética de los revolucionarios. Todavía hoy nos convence su consigna tajante: “La tarea de los revolucionarios es hacer la revolución”.

Por eso, a un mundo de distancia de aquel tiempo y buscando evitar la tentación del calco y la copia, vale la pena seguir de regreso a octubre, desde octubre. Porque en última instancia, para nosotros, todo es irreal, salvo la revolución. 












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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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