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domingo, 20 de octubre de 2013

La distribución del ingreso camina como el cangrejo

Por Pablo Waisberg /

La participación de los trabajadores en el PBI cayó a los niveles de 1998. Mientras se discute una mayor devaluación, la ganancia empresaria ya se impone en la carrera contra los salarios. El dato surge del último informe de CIFRA, el centro de investigación que coordina el economista Eduardo Basualdo.
Diez años de crecimiento económico y una sostenida disputa por la distribución del ingreso no fueron suficientes: pese a la multiplicación de las negociaciones paritarias los trabajadores apenas consiguieron recuperar la participación en el producto bruto interno que tenían antes de la crisis del 2001. La explicación de esta ecuación es que las empresas lograron compensar los incrementos salariales con aumento de la productividad. Así lo detalla un trabajo elaborado por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), que coordina el economista Eduardo Basualdo.
“La productividad subió por encima del crecimiento de los salarios reales. Esto hace caer la idea de que el salario genera inflación porque está estancada la distribución del ingreso”, precisó el economista Pablo Manzanelli, integrante del equipo de Basualdo. Según detalló el informe de CIFRA, la participación de los salarios de los trabajadores en la economía es del 39 por ciento: prácticamente el mismo valor de 1998 y menos del 40,4 por ciento alcanzado en 2008.
Sin embargo, llegar a lo que parece ser el “techo que toleran las empresas” –como define Manzanelli- no fue una tarea menor: “La megadevaluación de 2002 provocó una profunda transferencia de ingresos del trabajo al capital, que se expresó en una caída de 7,2 puntos porcentuales en la participación de los trabajadores en el producto bruto interno”, detalló el informe. Eso ubicó la participación de los salarios en el 31,4 por ciento.

Un año después comenzó el proceso de recuperación del mercado laboral: se recompuso a caballo del bajo nivel de los salarios medidos en dólares y la capacidad ociosa de las plantas industriales. Ese escenario permitió recuperar terreno perdido y retomar la senda de la negociación paritaria: si los empresarios ganaban más, los trabajadores debían también mejorar sus ingresos. Esa fue la lógica de los sindicatos.

Para el 2007, el peso de los salarios en el producto bruto llegó al 39,5 por ciento y estuvo por encima del 2001 (38,5%) y también de 1998 (39%). Pero el 2008 no fue un buen año y estuvo atravesado por la crisis económica internacional y la desaceleración del crecimiento argentino. Además, eso se combinó con el agotamiento de la capacidad instalada ociosa y la recomposición de los salarios reales, que “intensificó la puja distributiva entre el trabajo y el capital”.

Aquí se produjo una particularidad que señala el equipo de Basualdo: “Los incrementos salariales fueron compensados por los avances de la productividad. Tal es así que, tras un leve descenso en 2010 y 2011, la participación de los asalariados alcanzó el 39 por ciento del producto bruto en 2012, un nivel similar al registrado en 2008”.
Manzanelli agregó un elemento de análisis: “Situar este panorama en el pedido de devaluación que están realizando los empresarios es interesante para entender cuál es el límite a la distribución que están planteando. Una devaluación reduciría la actual participación”. Pero ese “techo” de casi el 40 por ciento -subrayó- es menor en las “grandes empresas dónde los salarios representan el 25 por ciento de su PBI (Producto Bruto Interno)”.

Fuente  Revista Crisis 

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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