| Edición Impresa #1357 | Por Maximiliano Jozami
En las vísperas del 24 de Marzo, el concejal capitalino y referente
provincial del PRO en Santiago del Estero, Rodrigo Posse, realizó una
recorrida por distintos medios de comunicación en la que pidió "no
demonizar la dictadura" y se manifestó a favor de la libertad de Jorge
D'Amico, genocida condenado a perpetua.
Jorge D'Amico fue uno de los jerarcas en el genocidio de 1976-1983 en
la provincia. Activo partícipe del levantamiento carapintada, estuvo
detenido hasta el indulto de Menem. Fue, junto a Musa Azar, responsable
de la 'Gestapo' juarista. Hoy, desde su lugar de detención, sigue siendo
uno de los capos del aparato represivo local: maneja la 'agencia de
seguridad' Fortaleza, una red de espías y patoteros armados.
El dirigente del PRO repitió los argumentos del propio Videla, buscando
esconder el genocidio y el terrorismo de Estado detrás de supuestos
"excesos" en el "combate" de una inexistente "guerra". Al día siguiente,
grupos fascistas realizaron pintadas de "Gracias Videla" en monumentos a
los desaparecidos.
Las declaraciones del PRO no son un problema meramente ideológico ni
deben reducirse a las expresiones de un 'revisionista' exaltado: son una
declaración de solidaridad política con las patotas responsables de
cientos de asesinatos y desapariciones en dictadura y en democracia,
como los casos de Leyla y Patricia (doble crimen de La Dársena), Raúl
Domínguez y tantos otros.
La agitación política en torno de este personaje no es casual, es un
mensaje: el PRO quiere mantener el aparato de espionaje y represión que,
en Santiago, tiene una línea de continuidad desde la dictadura militar,
el juarismo, la intervención federal kirchnerista y ahora el zamorismo
(bajo el cual el espionaje y la represión contra la población
adquirieron proporciones monstruosas).
La verborragia 'republicana' del PRO esconde la defensa de un régimen
antidemocrático de patotas, espionaje, asesinatos, desapariciones y
persecución política.
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