En su debut frente al movimiento, el “protocolo” de Bullrich derivó en
dos violentas represiones al piquete de los obreros de Cresta Roja.
Síntoma de que se pretende ejemplificar, no le hicieron asco al hecho de
que son obreros luchando por la fuente de trabajo de la friolera de
cinco mil familias.
Para encubrirse, la ministra del “diálogo” macrista emitió un
comunicado de su ministerio que aprovechaba desafortunadas declaraciones
del principal dirigente de la comisión interna y terminar acusando al
Partido Obrero de haber organizado un grupo para tomar las instalaciones
del Aeropuerto de Ezeiza. La patraña y su desmesura, un calco de las
acusaciones clásicas de Aníbal Fernández y Feinmann sobre quema de
trenes, se hizo trizas en pocas horas.
El Partido Obrero presentó una denuncia penal por calumnias e injurias a
las 11 del 23 de diciembre. A las 16 horas, el ministerio levantaba el
texto acusatorio, que antes había difundido el responsable de prensa
Cortés, y emitía otro en el que desliga al PO de toda responsabilidad en
los sucesos “que investigará la Justicia”.
En las primeras horas del mismo 23, Cristian Villalba agradecía al
Partido Obrero por C5N (ver video en www.cor.to/crestapo) y, por la
tarde, antes de la asamblea general, el mismo Villalba emitía un
enjundioso comunicado sobre el papel del PO que publicamos aparte.
El derrape de Bullrich no puede oscurecer, sin embargo, el lineamiento
central del gobierno Macri: preparan un protocolo represivo ante
previsibles movimientos de lucha obrera y popular contra el ajuste y sus
consecuencias contra los trabajadores.
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