Qué hay detrás de la visita colonial
La visita de Obama ha sido presentada como el punto de partida de un
proceso de inversiones y relanzamiento económico de Argentina, bajo la
tutela del país del Norte. Pero bien mirado, lo que se bailó Obama en la
cena del CCK fue un tango- o sea, el duelo de dos necesitados. Macri
recibió el aval político para el rescate financiero que está tramitando
ante el capital internacional. Ese rescate requerirá, por un lado, de
una suerte de “punto final” por parte de la justicia norteamericana. Por
el otro, necesita reciclar una deuda que se acerca a los dos tercios
del producto bruto argentino, y que tendrá que aumentar para refinanciar
al Tesoso nacional y a las quebradas finanzas de las provincias. Ese
rescate tendrá lugar a tasas de interés usurarias, que convertirán a la
Argentina en una dependencia del capital financiero.
A cambio de este salvavidas de plomo, Obama dejó su factura. En primer
lugar, la complacencia del gobierno Macri en el desenlace de la crisis
política brasileña, cuyo trasfondo es una tentativa de acaparamiento
económico de ese país en favor de las corporaciones imperialistas. El
camino para ello ha sido pavimentado por las corruptelas de los Lázaro
Báez brasileños, con el concurso de sus socios petistas.
Por fuera de estos objetivos, el verdadero contenido de las “alforjas”
de Obama debe ser examinado a la luz de la crisis mundial capitalista.
Las promesas de “inversiones” contrastan con el retiro de los capitales
de los países emergentes, los cuales, en medio del derrumbe de los
precios de sus materias primas, han perdido garantías para sostener un
proceso de endeudamiento. El Citibank, compatriota de Obama, acaba de
anunciar su retiro de Argentina, con un tendal de miles de bancarios en
la calle.
La promesa de una “expansión del comercio” choca con una contracción
del comercio internacional, como resultado de esa misma crisis mundial.
La diplomacia yanqui está en una disputa por el botín cada vez más magro
de ese comercio, en primer lugar, contra las exportaciones e
inversiones de China. Este es el objetivo del Tratado TrasnPacífico,
donde la integración de algunos países de la región a esa pelea –Chile,
Perú- se procesa al precio de concesiones económicas leoninas. Una
aproximación de Argentina –y eventualmente del Mercosur- al TPP debería
pagar el mismo precio, por caso, el reconocimiento a Monsanto de las
regalías que reclama por su “paquete tecnológico” de agrotóxicos; a las
corporaciones farmacéuticas internacionales por sus cuestionadas
patentes, o una apertura general del comercio automotriz, a costa de
puestos de trabajo y de las conquistas laborales de los trabajadores
mecánicos. Este paquete, que podría estar asociado al rescate financiero
de la quiebra nacional, exigiría un mayor dislocamiento industrial y un
choque de fondo contra los trabajadores.
“Derechos Humanos”
Esta plataforma de recolonización económica y política ha sido
revestida con la bandera de los “derechos humanos”. Es la coartada
utilizada por el imperialismo en todo el continente, incluso en la
operación restauracionista sobre Cuba. Obama ha sido llevado al Parque
de la Memoria con el objetivo de un doble blanqueo. Por un lado, de los
servicios y la inteligencia militar de los Estados Unidos, para reforzar
su injerencia continental detrás del pretexto de la lucha contra el
narcotráfico y el terrorismo (ello, cuando la DEA –y sus gobernadores
amigos- asisten desde hace años a la penetración del narco por el norte
argentino). Por el otro, se trata de un blanqueo al ejército y
“servicios” argentinos, para facilitar su colaboración en esta
injerencia colonial. Es lo que el kirchnerismo había comenzado a
tramitar con la ley antiterrorista, en sus primeros años de gobierno.
Kirchnerismo desnudo
La catadura colonial del viaje de Obama no le impidió al grueso de la
oposición concurrir a la cena del mandatario yanqui con Macri,
incluyendo en la lista al 95% de la burocracia de los sindicatos. Es un
aval al pacto con los fondos buitres y al conjunto de sus consecuencias
económicas. Pero más brutal que esto, si se quiere, es el silencio
completo de la “Cámpora”, de sus diputados y socios políticos de cara a
la visita de Obama. La movilización y el acto antiimperialista que
realizaron en Plaza Italia organizaciones de izquierda y de derechos
humanos fue boicoteada por el kirchnerismo. En esa ausencia, hay que
incluir a sus tardíos socios de Patria Grande (¿?), que han descubierto
la virtud de las “marchas únicas” para encubrir a Milani o a Pedraza,
pero no cuando se trata de repudiar a los carceleros de Guantánamo.
Con su silencio, los K han reivindicado su propia política de
“pagadores seriales” de la deuda usuraria. O sea, la reestructuración de
deuda que llevó a pagar en diez años casi 200.000 millones de dólares
para terminar con la misma hipoteca que tenía la Argentina quebrada del
2001. Esa política fue saludada por el departamento de Estado y por la
ONU, los reductos de Obama.
Los lenguaraces mediáticos de Macri y Obama han saludado “el ingreso de
Argentina al mundo”. En realidad, Argentina ha ingresado de lleno a la
crisis mundial capitalista. La “alforja” de Obama terminará alumbrando
convulsiones sociales y políticas de fondo.
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