El kirchnerismo se quejó injustamente con Macri por el contenido de su
discurso en la Asamblea Legislativa. Ocurre que en su repaso de la
‘herencia recibida’ omitió el punto más importante. Nos referimos al
crecimiento de la deuda pública durante el gobierno anterior, que ya
supera los 250.000 millones de dólares, sin contar aún los pagos que se
realizarán a los fondos buitres ni la deuda de otros 20.000 millones que
el BCRA tiene con la banca privada. Macri también omitió mencionar el
pago de casi 200.000 millones de dólares por parte de la administración
kirchnerista, lo que no impidió el crecimiento de la deuda, condujo al
vaciamiento financiero del país y explica los desequilibrios económicos
‘heredados’.
Aunque mucho le duela a La Cámpora, el discurso de Macri es un aval
implícito al relato del ‘desendeudamiento’ con el que tanto batieron el
parche los propagandistas del kirchnerismo. Ahora ese relato es
‘funcional’ a la política de mega-endeudamiento que el gobierno piensa
inaugurar con el pago a los fondos buitre. Los bonos por 15.000 millones
de dólares que Prat Gay emitirá a una tasa usuraria del 7% anual vienen
a engrosar una cuenta que deja a Argentina al borde de la bancarrota,
con una deuda equivalente a dos tercios de su PBI. Se trata de deuda
para pagar deuda o cubrir un déficit fiscal creciente, por las mayores
concesiones dadas a los capitalistas. Es el caso de la eliminación de
las retenciones agropecuarias y mineras, o los subsidios a los
monopolios petroleros.
Mientras en Argentina los economistas vinculados al gobierno y a la
oposición dicen que la coyuntura internacional es propicia para abrir un
nuevo ciclo de endeudamiento, un vocero calificado del capital
financiero como el Financial Times alerta en un reciente artículo con
que una emisión masiva de deuda argentina puede terminar en un fracaso.
Una escribanía buitre
Macri sabía de antemano que su pedido de que el Congreso apruebe el
pacto con los buitres sería atendido con premura. En el plenario del
Partido Justicialista realizado días atrás, la moción de rechazar el
acuerdo con los buitres nunca llegó siquiera a ser considerada. Los
gobernadores presentes dejaron en claro que votarán el acuerdo con las
dos manos, porque ellos mismos están en busca de un endeudamiento para
sus provincias. El bloque de senadores del PJ, comandado por Pichetto,
también anticipó que votará a favor para “cuidar la gobernabilidad”. De
este modo se armó el viejo truco del policía bueno y el policía malo: el
bloque de senadores del FpV votará a favor pues sus votos son
indispensables para aprobar el acuerdo, mientras en diputados podrán
votar en contra ya que sus votos no son necesarios. La maniobra quedó al
descubierto cuando todos aceptaron armar una conducción única del
partido detrás de Barrick-Gioja.
Los votos para el acuerdo con los buitres también vendrán del nuevo
tándem que se ha formado en la última semana, la dupla Massa-Stolbizer.
Con la hipocresía que caracteriza al progresismo criollo, han decidido
ocultar el significado histórico de este pacto entreguista presentando
una ‘agenda social’, cuya realización es incompatible con el
sometimiento al capital financiero y el pago de la deuda usuraria.
Hablar del 82% móvil o de la suba de las escalas del impuesto al salario
mientras se vota un endeudamiento colosal en beneficio de los usureros
internacionales es peor que un contrasentido, es un acto de cinismo que
debe ser denunciado implacablemente.
Más ajuste
A la hora de justificar el vergonzoso acuerdo con los buitres, que
embolsarán en algunos casos beneficios superiores al 6.000%, se ha
armado un nuevo relato que consiste en afirmar que el endeudamiento que
busca el gobierno y los gobernadores viene a impedir o al menos moderar
el ajuste en marcha en el país. Quienes difunden esta especie pretenden
ocultar que el endeudamiento tiene una contraparte que el gobierno debe
cumplir, y es asegurar la capacidad de pago de la deuda contraída. Pero
ello sólo es posible profundizando el ajuste en marcha contra los
trabajadores, que Macri quiere aplicar teniendo el reaseguro de un
frente amplio que abarque a los gobernadores y al Congreso. El voto
favorable al pacto con los buitres compromete a todos ellos en una
ofensiva antiobrera común.
Los planes en ese sentido ya son públicos. Los miles de despidos en el
Estado ejecutados hasta ahora podrían duplicarse o triplicarse en el
próximo período. En el mismo momento que Macri hablaba en el Congreso,
600 trabajadores de Atucha eran despedidos. Los despidos y suspensiones
alcanzan a la industria y el comercio. En la UOM peligran 10.000 puestos
de trabajo. La recesión es un instrumento para golpear al salario de
cara a las paritarias.
La burocracia sindical está jugada en la misma orientación. Esto
alcanza incluso a su ala izquierda, como lo prueba el rápido acuerdo que
firmó la Ctera con el gobierno, que destruye el Estatuto del Docente y
deja a la masa de los trabajadores de la educación con salarios por
debajo de los 10.000 pesos. Los Moyano, Barrionuevo y compañía han
convalidado la continuidad del impuesto al salario, lo cual pretende
disimularse con un debate parlamentario tramposo en el que los
trabajadores llevan siempre las de perder.
A la acción
Los próximos 30 días convertirán al país en un laboratorio político
acelerado. El voto favorable del Congreso a favor del pacto con los
buitres debe ser denunciado por medio de una campaña general,
movilizaciones y actos. Ello servirá para una clarificación de los
intereses sociales que representa cada fuerza política en el país. En la
misma línea deben inscribirse todas las iniciativas de repudio a la
llegada de Obama, cuyo carácter provocador aumenta siendo que ocurrirá
en las vísperas del 40˚ aniversario del 24 de Marzo.
La izquierda tiene una oportunidad excepcional para tomar la iniciativa
y transformarse en la oposición política al gobierno macrista del
ajuste y la entrega.
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